Extracto
POR CARMEN TORRICO
... Buceé en mi mente buscando los últimos recuerdos almacenados. Las
imágenes de lo acontecido la tarde anterior se agolparon desordenadamente en el
cerebro.
Recordaba vagamente haber dado mi acostumbrado paseo bordeando la orilla del río. Durante el trayecto no había hablado con nadie. Solo me crucé con algún paseante despistado que, al igual que yo, demostraba estar más inmerso en sus propios pensamientos y preocupaciones que en todo aquello que acontecía a su alrededor. También tropecé con un grupo de niños que jugaban alborozados y corrían en bicicleta, empeñados en romper el tranquilo silencio del lugar mediante gritos y risas.
Después del apacible paseo paré, como de costumbre, a tomar una cerveza en el bar “Angulo”, tal y como hacía todos los días antes de retirarme a cenar. Subí al piso donde preparé una fugaz cena a base de queso, fruta y un gran vaso de leche.
Al terminar de cenar me serví una copa. Llené un vaso con cubitos de hielo, vaciando en su interior el contenido de la botella de whisky que guardaba en la alacena del salón. Encendí un cigarrillo mientras me sentaba ante el mismo ordenador que ahora contemplaba sobre la mesa. Abrí el documento word con los apuntes en que había trabajado el día anterior y comencé a escribir, intentando coordinar lo desarrollado hasta el momento, en mi nuevo proyecto, con algunas ideas frescas maduradas durante el paseo...
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Recordaba vagamente haber dado mi acostumbrado paseo bordeando la orilla del río. Durante el trayecto no había hablado con nadie. Solo me crucé con algún paseante despistado que, al igual que yo, demostraba estar más inmerso en sus propios pensamientos y preocupaciones que en todo aquello que acontecía a su alrededor. También tropecé con un grupo de niños que jugaban alborozados y corrían en bicicleta, empeñados en romper el tranquilo silencio del lugar mediante gritos y risas.
Después del apacible paseo paré, como de costumbre, a tomar una cerveza en el bar “Angulo”, tal y como hacía todos los días antes de retirarme a cenar. Subí al piso donde preparé una fugaz cena a base de queso, fruta y un gran vaso de leche.
Al terminar de cenar me serví una copa. Llené un vaso con cubitos de hielo, vaciando en su interior el contenido de la botella de whisky que guardaba en la alacena del salón. Encendí un cigarrillo mientras me sentaba ante el mismo ordenador que ahora contemplaba sobre la mesa. Abrí el documento word con los apuntes en que había trabajado el día anterior y comencé a escribir, intentando coordinar lo desarrollado hasta el momento, en mi nuevo proyecto, con algunas ideas frescas maduradas durante el paseo...
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