Nuevo extracto
Por Carmen Torrico
... Volví a sentir interiormente aquel paralizador e intenso frío.
Estaba seguro. Había llegado mi hora y el extraño visitante
venía a servir de cicerone para conducirme hacia lo
desconocido. Pero... ¿cómo había llegado a aquella situación
extrema? ¿Qué desconocidos acontecimientos me
catapultaban hacia el temido final?
Buceé en mi mente, buscando los últimos recuerdos
recientemente almacenados. Las imágenes de lo acontecido
la tarde anterior se agolparon sin orden ni concierto en el
cerebro.
Recordaba, vagamente, haber dado el acostumbrado
paseo bordeando la orilla del río. Durante el trayecto no había
hablado con nadie. Solo coincidí con algún paseante
despistado que, al igual que yo, demostraba estar más
inmerso en sus propios pensamientos y preocupaciones que
en todo aquello que acontecía a su alrededor. También
tropecé con un grupo de niños que jugaban alborozados y
corrían en bicicleta, empeñados en romper el tranquilo silencio
del lugar, mediante gritos y risas...